Feliz Año Nuevo (chino)

Hoy me he levantado con energía renovada. No sé si será la extenuante sesión de spinnig de anoche o el empuje del conejo. Del año del conejo que hoy empieza, me refiero. La cuestión es que, después de tres años viviendo aquí, hoy ha sido la primera vez que siento que es un día festivo. El más grande, el más importante, el más rojo en el calendario chino. Y poco a poco, destacado también para mí.

No vamos a ponernos ahora noñitos, que para eso ya está el conejo, pero hoy oficialmente ha empezado el año en China. Y la verdad, cuando he abierto el ojo y he visto que el supermercado de enfrente, que permanece eternamente abierto, estaba cerrado he pensado que algo raro estaba sucediendo. Puede que sea un ejemplo un poco peregrino, pero es un indicativo infalible. El resto de tiendas y escaparates también estaban cerrados y con los típicos farolillos de año nuevo encendidos. Los dejan encendidos toda la noche para ahuyentar al demonio, temeroso del fuego y la luz. El mal siempre acecha y conviene tenerlo lejos. Esta forma de pensar es muy china....y muy cierta.

Por lo demás, pues calma total y absoluta porque, siendo hoy el primer día del año, manda la tradición (china) estar en casa tranquilos y expandiendo la felicidad y buenas vibraciones al resto de la familia. Si algo bueno tienen los chinos -y tienen mucho- es que todavía respetan la institución familiar como piedra filosofal de la sociedad. Aún rigen las jerarquías entre abuelos, padres e hijos e incluso dentro de los hermanos, el pequeño debe llamar de usted al mayor y respetarle con devoción casi divina. Bien es cierto que las formas se relajan en el día a día, pero en caso de conflicto familiar, la jerarquía es la jerarquía. Y punto. En China es como antes, cuando tu padre te decía que tenías que hacer algo que a tí no te apetecía. Y tú, en un gesto de rebeldía adolescente, osabas espetarle en la cara que por qué tenías tú que hacer eso. Y él tan pancho y con toda la tranquilidad y parsimonia del mundo te respondía: “porque lo digo yo, que soy tu padre”. ¡Me encanta esa frase!

Mañana es día de visitas. La gente va a casa de sus tíos, abuelos, primos, ect....Yo creo que este trámite meramente formal le aburre a todo el mundo, sobre todo a los más pequeños. Por eso, los chinos que, insisto, son muy listos tienen un invento estupendo que son los lai see. Los lai see, también llamados red pocket (sobres rojos) son unos sobrecitos bastante elegantes en forma rectangular. Forma ideal para meter....un billete.

Aquí viene la parte más materialista del festejo porque según la cultura china, hay que repartir lai sees a diestro y siniestro estos días festivos. Y no son unos billetes cualquiera, porque, para que la cosa funcione como tiene que funcionar, tienen que ser billetes nuevos. Es decir, sin usar. De hecho, los llaman lucky money (dinero de la suerte).

Razón por la cual, ir al banco durante las últimas dos semanas ha sido una pesadilla. Todos los bancos imprimen moneda nueva para esta tradición que los chinos se toman muy en serio, llegando incluso a hacer horas de cola para conseguir los billetes nuevos antes de que se agoten.

Antes de ayer fui al banco y hubiera preferido mil veces tener que hacerme media maratón antes que esperar una cola de 45 minutos. Pero por motivos de causa mayor tenía que quedarme. Y allí estuve casi una hora esperando. Y cuando me llegó el turno, además de hacer la transferencia de marras, me dio la vena artística y le pedí que me diera un poco de lucky money. Y lo he repartido entre amigos y vecinos en los mencionados lai sees. Ya digo que este año estoy viviendo la tradición muy desde dentro.

Pero a lo que íbamos, que los más pequeños son los más favorecidos en este tema porque la tradición manda que sólo las parejas casadas tienen la obligación que dar dinero a los solteros y a los niños. Tradiciones. Por eso digo que son muy listos los chinos porque ¿qué hacer para llevar a tus hijos con la mejor de sus sonrisas a ver a la tía abuela Menchu? Pues eso....

Pero tampoco es cuestión de quedarse en la superficie. Aunque normalmente sea lo más fácil.

El idilio amoroso que los chinos mantienen con el dinero sobrepasa los aspectos meramente materialistas y se adentra de lleno en el corazón de las enseñanzas budistas, según las cuales todo lo que das te es nuevamente devuelto (incluso mejorado). Según el flujo circular de la vida, cuanto más das más recibes. Y es una ley universal que se cumple inquebranteablemente. ¿Son o no son listos?