5 jul 2011

Sin saber qué comer

La primera vez que pisé China pensé que por fin iba a quedarme como un figurín de esos que lucen palmito por las pasarelas de todo el mundo. Casi nada de lo que veía en los restaurantes y mercados chinos tenía forma ni color reconocible para mi asustada retina. Por no hablar de los olores. El escaso acceso a productos occidentales se perfiló como la oportunidad ideal para deshacerme de esos kilitos de más.


Pasadas tres semanas a base de hamburguesas y demás sucedáneo alimenticio, no me quedó más remedio que claudicar ante alimentos que jamás había visto y de los que ni siquiera sabía el nombre. Enseguida pasé al plan B, más por obligación que por convicción. Si quería evolucionar como especie y no perecer en el intento, me tenía que autoaplicar in extremis la teoría darwiniana. Porque no sobrevive el más fuerte si no el que mejor se adapta, empecé a comer cosas que ni siquiera sabía que existían. Ni cómo se comían, ni el valor nutricional ni nada de nada. Por no saber, no sabía si eran frutas, verduras o lácteos.


Como en el caso del tofu, que parece queso fresco pero que, sin embargo, no ha visto la leche ni de lejos. Se hace a base de soja y es ideal para los vegetarianos radicales, que ni siquiera prueban los lácteos. Aquí es un producto muy respetado por su alto valor en proteínas, motivo por el cual lo  equiparan a las carnes y al pescado, en sustitución de éstos.


Y así empecé a pasearme por los supermercados para occidentales, en los que también hay estos extraños productos con el precio y el nombre en inglés. Al menos, era más fácil que aprenderlo en cantonés. Así aprendí que los chinos comen muchas verduras locales, entre las que descatacan el repollo chino (más alargado y suave en sabor y textura que el que nosotros conocemos), los pak choi (como acelgas, pero en pequeño), los choi sum (como espinacas, pero con el tallo más largo y grueso), el melón de invierno, que pese al nombre no es una fruta si no un pepino gigante, de unos 15 centímetros de grosor y que resulta ideal para mantener el cutis terso.


La variedad de pepinos no deja de ser llamativa: pepinos para ensalada, pepinos amargos, pepinos con pelusa, pepino con aristas. Pepinos, pepinos, pepinos… A cual más raro, a cual menos apetecible.

En el tema frutas, más de lo mismo. Pasaron por lo menos dos años hasta que me lancé a descubrir frutas imposibles de clasificar. Resulta un poco triste tener que conocer las frutas por internet, pero es mejor eso que seguir en la ignorancia.

Cuatro años han pasado y todavía hay alimentos –no sólo frutas y verduras- de las que desconozco su nombre. De hecho, consumo algunos y no sé exactamente qué son. Una de mis amigas chinas dice que esto y aquello es bueno para la salud y por eso lo tomo. Comer en China es una cuestión de fe. Pero como a veces hay que creer sin haber visto, yo creo que cuanto más pruebo los productos locales, más me gustan. Y mejor comprendo por qué los chinos no necesitan ir al médico con frecuencia.


8 comentarios:

  1. Si es que no hay como pasar un poco de hambre para comerte lo que te pongan por delante por muy raro que sea.

    Gracias por enseñarnos tantas cosas, Ana. Este blog está lleno de descubrimientos! Y encima con video. Felicidades.

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  2. ¡Me encanta todo lo que nos vas descubriendo en el blog! Está claro que China es un mundo por descubrir...

    Al final, todo es cuestión de adaptarse, como el agua al recipiente que lo contiene. Puro instinto de superviviencia. Más vale que nos hagamos a la idea, para cuando el Imperio chino llegue por aquí...

    ¡Enhorabuena!¡Sigue así!

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  3. Muy curioso. Ánimos y adelante

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  4. Es realmente impresionante y curiosa la exposición que nos ofreces. Muchas gracias por acercarnos un mundo que cada vez está menos lejano, también en lo gastronómico.
    Con el vídeo nos demuestras además lo bien que saben a pesar de sus nombres-innombrables o de sabores inclasificables.
    Esperamos impacientes la próxima entrega.
    Enhorabuena y felicidades

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  5. Meeeeeeee encantan tus entradas y mas todavía tus vídeos!
    La cantidad de cosas que estoy aprendiendo!
    Hace unos días cuando le comentaba a mi madre lo del Durian, decía que no era capaz de imaginarlo, pero tampoco quiere ir a verlo porque según lo que la cuento dice que pasaría demasiada hambre.
    Muchisimas gracias por acercarnos toda esta cultura y esperare impaciente la próxima entrada.
    Buen finde semana y hablamos el domingo ;)
    Alba.

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  6. ¡Qué envidia me das! Me encanta probar cosas raras. Yo soy de los que lo prueban todo. Espero que sigas descubriéndonos ese mundo misterioso y lejano para los que, como yo, probablemente nunca viajemos a China.

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  7. Lo de los videos es una gran idea.Espero que continues contandonos y enseñandonos mas cosas sobre ese lugar.Una pregunta. Sabiendo ingles, ¿se puede uno desenvolver bien en Hong kong? Un saludo Ana

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  8. Really loving your work! Great insight and makes me want to visit there to discover more! Thank heavens for Google translate :) Keep it up , fantastic!!!

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