28 jun 2011

Cantar o dar el cante

Puede que no fuese la mejor opción después de una semana de afonía crónica, pero el sábado acabé dejándome mis maltrechas cuerdas vocales en un karaoke de dudosa reputación. Al menos sólo mis acompañantes sufrieron mis -frecuentes- desentonos.


La semana pasada empezó bastante retorcida. La mala suerte quiso que una noche se me olvidara en casa la bufanda. Porque aunque estemos en pleno verano tropical, con temperaturas que rozan el delirio lipotímico, es imposible salir de casa sin ropa de abrigo. Resulta que por esta parte del mundo consdieran que cuanto mas frío es el aire acondicionado, mayor respeto se muestra por el amigo, familiar, cliente, invitado o lo que sea. La cuestión es que cada vez que entras en un restaurante, supermercado, taxi o edificio público de la ciudad, empiezas a formar parte de un lento pero progresivo proceso de congelación. Y ahí es donde hay que echar mano de la chaqueta de turno porque si no, estás muerto (o empiezas a estarlo, al menos de frío).


Parece ser que un valor tan confuciano y oriental como el término medio y la mesura no aplica al aire acondicionado. Lo que acaba convirtiéndose en una sensación muy desagradable en el día a día. Es decir, unas temperaturas soporíferas que rondan los 35 grados de media. Una humedad de entre el 75 y el 95% y unos niveles de contaminación bastante generosos. Conclusión: efecto sauna en la calle. A veces el aire es tan denso que puedes sentirlo según va entrando en el cuerpo. Horrible sensación, porque sabes que en tanta contundencia atmosférica existen partículas tóxicas de variada procedencia. Frío polar de puertas para adentro. Y gafas totalmente empañadas cuando vas del Polo a la sauna.


El problema es que a mí se me olvidó la chaqueta de turno. Y lejos de ignorar mi garganta, el aire traicionero del restaurante se cebó conmigo. Total, que en el programa del lunes, no podía casi ni hablar, lo cual es un problemón cuando se trata de un programa de radio. Enrique, el presentador del programa, pensaba que me acababa de despertar. Hombre, alguna razón tiene para pensar que a las 8 de la mañana todavía estoy como un tronco, pero en este caso la razón era más profunda que me supuesta vida loca.

El caso es que la semana no hizo más que empeorar por momentos, hasta que el sábado me levanté bastante clara -de voz, me refiero-. Todo bien hasta que a mi amiga Tina, una china muy divertida y marchosa, le dio por planear una escapada nocturna al karaoke con sus amigos. Como siempre, le dije que sí.

La afición de los chinos por el karaoke es algo digno de estudiar. Porque yo reconozco que me encanta cantar, pero ¿desde las 6 de la tarde hasta las 6 de la madrugada? Se me hace un poco exesivo…Aún así, este es el horario de la mayoría de los karaokes.

Lo bueno de los karaokes en China es que siempre son de uso individual, es decir, nada de la audiencia pasiva y criticona que todos –los occidentales- conocemos. Aquí llegas y te asignan una sala amueblada, muy coqueta, con cómodos sofás y una mesa para las bebidas. Hay varios micrófonos y un ordenador táctil insertado en una de las paredes, donde se van seleccionando las canciones, a gusto del consumidor. Las paredes están muy bien insonorizadas porque los berridos que allí se pegan bien se podrían utilizar para crear algún tipo de energía renovable (¿energía sonora?), ahora que están tan de moda.

Y allí pasamos la noche, entre Lady Gaga y Jay Chou. Dijimos a la entrada que no queríamos bebidas alcohólicas porque precisamente no las necesitamos para soltarnos a lo Frank Sinatra. Hay gente que va a cantar y acaba dando el cante. Aún así, hasta en dos ocasiones nos trajeron whisky, simulando que estaba de promoción. Las dos veces dijimos que la fruta y la bebida no alcohólica que incluyen los 20 euros por barba eran suficientes. Pero es que aún así, un karaoke chino es un karaoke chino. En este caso era bastante formalito, pero no conviene olvidar que a los karaokes chinos no sólo se va a cantar…




4 comentarios:

  1. Mmm.... esta historia tiene un final abierto. O eso dicen los puntos suspensivos finales, jajaja...

    Para ser formalitos, podemos decir que a los karaokes chinos se va a cantar o a dar el cante...

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  2. Con lo que nos gusta escucharte Ana, y te quedas sin voz...
    Yo la verdad es que leyendo tu entrada después de haber pasado la noche tan calurosa que pasamos en Madrid ayer (haber hoy como se presenta) da un poco envidia el poder congelarte de frió en un restaurante o centro comercial, porque es mortal estar metida un sabado 12 horas en el Carrefour (9 trabajando y 3 comiendo) sin aire acondicionado porque el director quiera ahorrar...
    Sobre el karaoke... también me das envidia (sana por supuesto!) porque según describes los karaokes chinos tienen muy buena pinta! yo me apuntaba a una salida de esas aunque no se si aguantaría hasta las 6 de la mañana jajaja
    Un besazo enorme y hablamos el viernes!
    Alba.

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  3. El Enrique de la radio es que es un insensible y no se entera, el hombre. Perdónale, que no da más de sí, pero sigue contándonos en "El Plan C" esas historias tan interesantes...Y ya nos contarás a qué más se va a un karaoke chino...

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  4. Que envidia de kroke ahi querria estar yo gritando sin estar pendiente de criticas del personal. olé por ti,,,adelante que lo que no mata ...o engorda o nos hace fuertes..

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