13 jun 2011

A vueltas con el pepino (de mar)


Con lo paranóicos que últimamente se han vuelto los europeos con los pepinos españoles y, por extensión, con todos los pepinos del mundo, el pánico social ha cundido allende los mares. No es que sea yo muy dada a sucumbir a la histeria colectiva (sigo comiendo sushi a pesar de los pesares japoneses), pero dado que el tema esta de moda, estos días me ha dado por pensar que ahora es el momento ideal para curarme en salud y probar otro tipo de penino, el pepino de mar.

El pepino de mar es una delicatessen china que produce náuseas con sólo mirarla. Es un gusano marino, negro, de entre tres y cinco centímetros de grosor y repleto de pequenas púas. La primera vez que vi uno pensé para mis adentros que jamás osaría probarlo. Pero ya se sabe que uno nunca puede decir ‘de este pepino no comeré’ porque voilá, a la primera de cambio ahí te encuentras con un trozo de carne amorfa, gelatinosa y escurridiza en medio de tus palillos chinos. Que es lo que precisamente me ocurrió a mí ayer. Me invitaron a uno de los mejores restaurantes chinos de la ciudad y en los buenos restaurantes, como siempre, ponen lo mejor (y más caro). Este axioma se cumple de forma inexorable en Hong Kong. En ello va el precio.

Cuando te invitan a un restaurante chino de verdad (como el de ayer, y como ninguno de los que hay en España) se piden varios platos para compartir entre los comensales. Nunca se piden platos individuales. Las mesas siempre son circulares, para que no haya distinciones de rango. Así es el estilo tradicional chino y ellos lo respetan siempre. Al haber gran variedad de platos, hay que probar de todo un poco. Y es de muy mal gusto, e incluso ofensivo para el anfitrión, que rechaces abiertamente alguno de sus manjares. De ahí las escenas rocambolescas que se producen incluso en las mesas de más altos vuelos. Habría que ver la cara de presidentes, primeros ministros, reyes y embajadores de todo el mundo cuando, en la cena de gala de turno, aparecen los típicos platos a base de rana, nidos de golondrina (cuyo principal ingrediente es la saliva de susodicho animal), peninos de mar, aleta de tiburón, medusa y demás especímenes por catalogar.

Pero es verdad que los chinos comen todo esto, es decir, adoran este tipo de productos que, por asquerosos que puedan parecernos a los occidentales, no son precisamente asequibles a todos los bolsillos. De hecho, el pepino de mar rara vez baja de 70 euros el kilo. Y con todo lo repugnate que es, parece uno de esos alimentos mágicos (por eso lo comen los chinos), lleno de propiedades beneficiosas para la salud. Al parecer, tiene sorprendentes propiedades curativas además de desempeñar un importante papel en la reparación de algunos tejidos del cuerpo humano, gracias al tipo de aminoácidos que posee.

La cuestión es que nuestro anfitrión (chino, por supuesto) me ofreció el plato con el pepino de mar hervido. No debí de poner buena cara porque en un acto reflejo instantáneo, él puso la misma mueca de asco. ‘Lo probaré un poco mas tarde’, dije. Pero siendo como es un buen amigo, pasados unos minutos, cogí un trozo. Tengo que reconocer que, más allá de la textura (un tanto rígida y gelatinosa) el sabor era bastante llevadero. Llevadero en el sentido de que apenas sabía a nada. De hecho, tampoco estaba tan malo. Luego, por iniciativa propia, aparté a mi plato un poco de medusa. Nada nuevo, pues hay un restaurante típico de Shanghai que me apasiona y cuya medusa es una auténtica delicia. Rara es la semana que no acabo sucumbiendo. El pelo de pez (pez disecado, hecho virutas y mezclado con alguna que otra especia) tampoco estaba mal ayer. Buena calidad.

Una de las invitadas era española (su primera vez en Asia) y la verdad es que se la veía un poco abrumada con tanta cosa rara, pero bueno, la próxima vez que vaya a un restaurante chino en España sabrá que no es más que una mala adaptación de la realidad.

Después de comer me habían invitado al concierto de una tal Joyce Jonathan, una joven francesa que no lo hizo mal del todo. Los franceses son tan suyos con su cultura que el Mayo Francés se les alarga hasta finales de junio, lo cual no me parece mal, sólo que no encaja demasiado en la categoría. Pero conociendo un poco a los franceses, pensarán que después de todo, ¿a quién importan las categorías?

Si ya me resulta chocante ver a un chino hablando en perfecto español, con el francés la cosa tiene su lado cómico. La verdad es que no les pega mucho. No me parece serio un chino hablando francés. Lo siento, pero se me saltaba un poco la risa (con todos mis respetos, por supuesto). Pero como siempre en China, la cosa responde a una cuestión práctica. Hay cerca de 14.000 franceses en Hong Kong y por tanto existe una importante presencia de empresas e intereses franceses en la región que, lógicamente, demandan personal local que sepa hablar cantonés y francés. Y ahí están los hongkoneses, más de 15.000 al año, matriculándose para aprender francés. El negocio es el negocio.

La cuestión es que el auditorio (casi completamente hongkonés) se sabía las canciones de cabo a rabo. Y llegado el final del concierto pidieron ‘otra, otra’, y después de ponernos los dientes largos con las luces apagadas durante cinco minutos, encendieron los focos súbitamente. ‘Eso es algo muy chino’, tal y como decimos los expatriados para referimos al desconcertante comportamiento chino ante una determinada situacion en la que nosotros (los occidentales) actuaríamos de forma lógica y diametralmente opuesta. Ahí está la diferencia. Y la gracia.

8 comentarios:

  1. Hay que reconocer que la comida china es todo un mundo por descubrir. ¡Lástima que esté tan lejos!

    Pero no está todo perdido.... Si queremos probar estas delicias, algunas las podremos encontrar en restaurantes orientales de cierta categoría. Nada de ir al típico chino de barrio de toda la vida. Ahí sí que nos engañaron como "a españoles".

    Ana, sigue contándonos estas cosas de la cultura china porque es muy, muy interesante.

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  2. Me alegro de que le vuelvas a dar vida al blog y de que tu escritura siga en plena forma! Conoces algún restaurante chino-chino en algún lugar de España? Cuenta, cuenta...

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  3. Alucinante Ana!
    Mañana tengo que comentar muchas cosas contigo! Así que, después de grabarte el Hayku del día te freiré a preguntas!

    PD: Teresa esta mañana cuando a terminado de leer tu blog a comentado que si alguna vez va a visitarte se lleva un "taper" con tortilla de patata y jamón serrano.
    Yo creo que optare por lo mismo.

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  4. ¡cuanto tiempo sin escribir en el blog! Espero que no dejes pasar tanto tiempo de aqui a la proxima vez, ya que estas cosas que cuentas son muy.... curiosas diria yo .Un saludo

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  5. Me ha encantado tu descripción del pepino (de mar)Ana!!! Congratulations!! me alegro de haber sido tu compañera de batallas en la prueba de este tan preciado manjar Chino...; Igual si lo añadimos a un buen cocido maragato, pasa como tocino...; como lo ves?

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  6. hola ana,la verdad que el pepino de mar es asqueroso,yo soy importador de ese tipo de producto,es cierto que es muy saludable y curativo.aparte tiene propiedades afrodisiacas.
    saludos

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  7. Recien acabo de comer Pepino de Mar, al estar "crudo" se siente pura piedra, luego de que se coce por durante 6 horas adopta una forma gelatinosa, pareciera que fuera cartilago, y el acompañamiento con el que venia que eran unas salsas bastantes deliciosas y varias hojas chinas que no recuerdo el nombre, eso ayudo a darle aun mas sabor, en mi opinion, es un plato que a simple vista puede parecer asqueroso, pero al final no sabe tan mal despues de todo, y mas aun si tiene propiedades curativas.

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