Dice un proverbio oriental que en la vida hay que ser como
el bambú. Es decir, flexible y resistente. Estas dos cualidades hacen del bambú
un material de inestimable valor no sólo simbólico si no también práctico. No
en vano, en Hong Kong se utiliza a modo de andamio para dar vida a los
rascacielos más imponentes del mundo. Entre otras cosas, porque aunque el bambú
se dobla, nunca llega a romperse.
Parece mentira que hace apenas un año y medio tuviera en
frente de casa un solar. Las mastodónticas excavadoras que me taladraban día y
noche los oídos hacían presagiar que aquéllo iba para largo y que precisamente
no iban a construir un parque infantil.
Dos trabajadores en plena faena |
Hasta dos o tres metros de profundidad llegaron a excavar
gracias a unas máquinas que todavía tengo grabadas a fuego en mi retina. No exagero
ni un milímetro cuando digo que, por momentos, parecía que el pequeño edificio
en el que vivo iba a colapsar.
Pero habiendo vivido en mis propias carnes el
devastador terremoto de Japón hace ya un par de años, lo de la tuneladora de en frente me parecían meras réplicas. Eso
sí, demasiado reales para mi gusto. Hubo días de auténtico pavor porque dudo mucho de que el humilde
edificio donde vivo pase a la Historia como el edificio mejor construido del
mundo. Sentir el temblor constante del suelo y de las paredes me hizo
plantearme incluso mudarme de casa. Luego acabe mudándome de país, aunque por
motivos bien distintos.
Sigo con lo del bambú, que al final siempre acabo desviándome
del tema. Resulta que estaba ayer en casa cuando, de repente, veo un tío que
casi se me mete por la ventana del salón (aquí el espacio entre edificios es
testimonial). Y es que por fin, parece que ya han terminado de construir el
rascacielos y ahora toca desembalar el regalito.
Vista del edificio con andamios de bambú |
La cuestión es que lo que hace tan sólo unos meses era un
agujero sin fondo se ha convertido en un rascacielos de más de cien metros de
altura que, tras los pertinentes retoques de los interioristas, va a dar vida a
un hotel.
Por eso, me parece totalmente increíble pensar que han
levantado esta mole a base de palos de bambú, que es el único material de
construcción que utilizan como andamiaje. Con algo tan aparentemente inofensivo
y débil han levantado esta mega metropolis.
A mí me parece difícil de entender,
pero los chinos creen y aplican el proverbio y por eso utilizan el bambú porque
es fuerte, resistente y flexible y por tanto saben que nunca se va a romper,
aunque a veces se doble.
¡¡La imagen es realmente impactante!!
ResponderEliminarY pensar que los occidentales creemos que cuanto más sofisticadas y complejas sean las cosas, mejor. Aquí vemos que con cosas mucho más simples,aparentemente, se pueden hacer grandes obras.
Aunque lo de aparentemente debería ir entrecomillado porque la fortaleza, la resistencia y la flexibilidad son cualidades muy valiosas y difíciles de llevar a la práctica.
¡Cuánta razón tiene el proverbio chino!
La milenaria cultura china, resumida a veces en sus famosos proverbios, da una vez más en el clavo. La fortaleza no significa que no haya flexibilidad; la resistencia no significa rigidez...al contrario aquí se demuestra cómo el bambú reúne características tan diferentes y al tiempo complementarias.
ResponderEliminar¿ Alguien ha echado cuentas de cuánto se ahorra en andamios (fabricación, montaje,etc) cuando se echa mano de la madre naturaleza?
Para quien guste del tema es preciosa, única, la película "La casa de las dagas voladoras". Ahí también hay bambú para rato, y para disfrutarlo como fondo de la bella y al mismo tiempo trágica historia que narra. Volveré a verla. Gracias Ana.
Hacia mucho que no entraba en tu blog, pero hoy lo he hecho por casualidad y una vez más me has sorprendido gratamente.
ResponderEliminarLa verdad es que he vivido esa frase del bambú muy de cerca y no hace mucho tiempo cuando alguien en el trabajo nos dijo algo parecido... "hay que ser como juncos", en relación a que tenemos que amoldarnos a lo que hay (vamos, "ajo y agua" de toda la vida). Lo dejo ahi, que me enciendo y me entra la risa al mismo tiempo...
Y viniendo del mundo de la construcción, me alucinó ver en persona esos andamios naturales que además se apoyan directamente sobre el tronco, pero cortado al bies, como se suele decir. Es decir apoyando en un pequeño borde del tronco... alucinante! Cómo subian los troncos y los ataban con unas cuerdas...
Pero en el fondo me alegro que solo se de alli este fenómeno, porque después de tanta especulación en España, cuántos bosques de bambú habríamos arrasado si todo usáramos este sistema. Además de los quebraderos de cabeza para los coordinadores de seguridad de las obras... cada uno tira para su lado... Gracias Ana!
Hacia mucho que no entraba en tu blog, pero hoy lo he hecho por casualidad y una vez más me has sorprendido gratamente.
ResponderEliminarLa verdad es que he vivido esa frase del bambú muy de cerca y no hace mucho tiempo cuando alguien en el trabajo nos dijo algo parecido... "hay que ser como juncos", en relación a que tenemos que amoldarnos a lo que hay (vamos, "ajo y agua" de toda la vida). Lo dejo ahi, que me enciendo y me entra la risa al mismo tiempo...
Y viniendo del mundo de la construcción, me alucinó ver en persona esos andamios naturales que además se apoyan directamente sobre el tronco, pero cortado al bies, como se suele decir. Es decir apoyando en un pequeño borde del tronco... alucinante! Cómo subian los troncos y los ataban con unas cuerdas...
Pero en el fondo me alegro que solo se de alli este fenómeno, porque después de tanta especulación en España, cuántos bosques de bambú habríamos arrasado si todo usáramos este sistema. Además de los quebraderos de cabeza para los coordinadores de seguridad de las obras... cada uno tira para su lado... Gracias Ana!